Lost in translation
Sinopsis:
Bob Harris y Charlotte son dos americanos en Tokyo. Bob es una estrella de cine que ha venido a rodar un anuncio de whisky y Charlotte ha venido a acompañar a su marido, un fotógrafo adicto al trabajo.
Insomnes, Bob y Charlotte se cruzan una noche en el bar de su lujoso hotel. De este encuentro casual surge una sorprendente amistad. Los dos vagan por Tokyo, tienen divertidos encuentros con sus habitantes y acaban profesando una nueva fe en las posibilidades de la vida.
Rodada por completo en escenarios naturales del Japón, Lost in Translation, de Sofia Coppola, es una carta de amor a la "amistad" y a la ciudad de Tokyo. A partir de un guión original, Coppola explora esas inesperadas relaciones que a veces entablamos y que pueden no durar, pero que recordamos para siempre.
Contraste cultural:
Una escena de la película de Sofía Coppola.
Sofia Coppola introdujo elementos autobiográficos en su guión. Cuando tenía veintipocos años vivió temporadas en Japón: ha experimentado el sentimiento de soledad que asalta en la habitación de un hotel. «Charlotte y Bob están en extremos opuestos, pero su situación es comparable. Ella acaba de casarse; él lleva casado muchos años. Viven una crisis personal similar que se ve exacerbada por estar en el extranjero. Tratan de encontrar el sentido de sus vidas. Yo siempre hago lo mismo en mis viajes; sólo pienso en ese tipo de cosas cuando estoy lejos de casa».
Al igual que el personaje de Bill Murray, Francis Ford Coppola también ha hecho publicidad en Japón, una lucrativa tarea a la que se apuntan todos los astros de Hollywood. A Sofia le producían cierta extrañeza las vallas gigantes con Brad Pitt o Harrison Ford anunciando café. Ella misma experimentó el contraste cultural mientras promocionaba Las vírgenes suicidas. «Daba entrevistas en el Park Hyatt. Yo respondía con frases muy cortas, mientras que mi traductor se pasaba minutos y minutos traduciéndolas. Me pregunté si se estaba inventando las respuestas. Luego me dijo que el japonés es una lengua diferente y más formal que el inglés».
Lost in Translation refleja a la perfección el asombro cotidiano del extranjero en Japón. Bill Murray no entiende nada ni a nadie: las duchas están diseñadas para enanos; los bares se asemejan a naves espaciales; las máquinas del gimnasio son enigmas; los japoneses, extraterrestres. Los mejores momentos cómicos pertenecen a su desencuentro con la realidad circundante. Es Jacques Tati en el país del Sol Naciente.
Tokio es el tercer personaje de la película. Coppola captura los violentos neones de la noche y su cara más serena. El director de fotografía Lance Acord utilizó celuloide de alta velocidad, que permitía rodar casi a salto de mata, sin focos y en escenarios reales. El buen ojo para la música que la directora demostró en Las vírgenes suicidas le llevó a convencer a Kevin Shields, del grupo My Bloody Valentine, para que aportara las primeras canciones que compone en lustros.
Nada mejor que ver desafinar a Murray en un karaoke More than This, de Roxy Music, para entender la melancolía y el romanticismo que destila Lost in Translation. Tras rodarla, Sofia Coppola se separó del realizador Spike Jonze, al que muchos reconocieron en el personaje del fotógrafo que pasa de su chica. Los exorcismos personales siempre son dolorosos.
Para mí es un gran film con argumento creativo pero escaso al haber multitud de imágenes que expresan quizá los sentimientos de los protagonistas y sus sensaciones ante lo externo, como cuestión..., ¿qué coño le dice Scarlett Johanson a Bill Murray a la oreja al final de la película?, la pregunta del millón y sin duda que hace que el espectador pueda imaginar lo que quiera en ese momento. alex melgares
Bob Harris y Charlotte son dos americanos en Tokyo. Bob es una estrella de cine que ha venido a rodar un anuncio de whisky y Charlotte ha venido a acompañar a su marido, un fotógrafo adicto al trabajo.
Insomnes, Bob y Charlotte se cruzan una noche en el bar de su lujoso hotel. De este encuentro casual surge una sorprendente amistad. Los dos vagan por Tokyo, tienen divertidos encuentros con sus habitantes y acaban profesando una nueva fe en las posibilidades de la vida.
Rodada por completo en escenarios naturales del Japón, Lost in Translation, de Sofia Coppola, es una carta de amor a la "amistad" y a la ciudad de Tokyo. A partir de un guión original, Coppola explora esas inesperadas relaciones que a veces entablamos y que pueden no durar, pero que recordamos para siempre.
Contraste cultural:
Una escena de la película de Sofía Coppola.
Sofia Coppola introdujo elementos autobiográficos en su guión. Cuando tenía veintipocos años vivió temporadas en Japón: ha experimentado el sentimiento de soledad que asalta en la habitación de un hotel. «Charlotte y Bob están en extremos opuestos, pero su situación es comparable. Ella acaba de casarse; él lleva casado muchos años. Viven una crisis personal similar que se ve exacerbada por estar en el extranjero. Tratan de encontrar el sentido de sus vidas. Yo siempre hago lo mismo en mis viajes; sólo pienso en ese tipo de cosas cuando estoy lejos de casa».
Al igual que el personaje de Bill Murray, Francis Ford Coppola también ha hecho publicidad en Japón, una lucrativa tarea a la que se apuntan todos los astros de Hollywood. A Sofia le producían cierta extrañeza las vallas gigantes con Brad Pitt o Harrison Ford anunciando café. Ella misma experimentó el contraste cultural mientras promocionaba Las vírgenes suicidas. «Daba entrevistas en el Park Hyatt. Yo respondía con frases muy cortas, mientras que mi traductor se pasaba minutos y minutos traduciéndolas. Me pregunté si se estaba inventando las respuestas. Luego me dijo que el japonés es una lengua diferente y más formal que el inglés».
Lost in Translation refleja a la perfección el asombro cotidiano del extranjero en Japón. Bill Murray no entiende nada ni a nadie: las duchas están diseñadas para enanos; los bares se asemejan a naves espaciales; las máquinas del gimnasio son enigmas; los japoneses, extraterrestres. Los mejores momentos cómicos pertenecen a su desencuentro con la realidad circundante. Es Jacques Tati en el país del Sol Naciente.
Tokio es el tercer personaje de la película. Coppola captura los violentos neones de la noche y su cara más serena. El director de fotografía Lance Acord utilizó celuloide de alta velocidad, que permitía rodar casi a salto de mata, sin focos y en escenarios reales. El buen ojo para la música que la directora demostró en Las vírgenes suicidas le llevó a convencer a Kevin Shields, del grupo My Bloody Valentine, para que aportara las primeras canciones que compone en lustros.
Nada mejor que ver desafinar a Murray en un karaoke More than This, de Roxy Music, para entender la melancolía y el romanticismo que destila Lost in Translation. Tras rodarla, Sofia Coppola se separó del realizador Spike Jonze, al que muchos reconocieron en el personaje del fotógrafo que pasa de su chica. Los exorcismos personales siempre son dolorosos.
Para mí es un gran film con argumento creativo pero escaso al haber multitud de imágenes que expresan quizá los sentimientos de los protagonistas y sus sensaciones ante lo externo, como cuestión..., ¿qué coño le dice Scarlett Johanson a Bill Murray a la oreja al final de la película?, la pregunta del millón y sin duda que hace que el espectador pueda imaginar lo que quiera en ese momento. alex melgares
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